Siguiendo a Jesús durante una guerra en Oriente Medio
¿Cómo estás procesando lo que está sucediendo en Israel y Gaza? Estoy destrozada. Esta mañana cometí el error de leer un poco más allá de los titulares para poder escribir un par de palabras coherentes al respecto. Mala idea. Ahora espero terminar este correo electrónico y enviarlo antes de deprimirme por completo.
¿Y sabes qué? Puedo oír la voz en mi cabeza que dice lo ridícula que soy por compartir mi dolor cuando un dolor que va más allá de mi comprensión se multiplica por hora, nueve horas al este de donde estoy.
Si no supiera que dejarías que tus hijos leyeran esto, probablemente lo maldeciría.
¿Cómo es que personas como nosotros, presuntamente personas que priorizan a Jesús, bichos raros que abogan por amar a los musulmanes y darles buenas noticias, personas que no son totalmente estúpidas, pensamos y lidiamos con una situación como ésta?
- Mantenemos la boca cerrada. No participamos en peleas infructuosas. No compartimos información falsa o incendiaria en línea.
- Hablamos con voz alta. Con amor y humildad, en nuestros círculos no permitimos que se presente a todos los palestinos como “animales humanos”. Con sabiduría y equilibrio, hablamos de esperanza en el reino de Cristo. Con humildad, consideramos la posible complicidad de nuestro país.
- Hablamos con Dios. Oramos por las familias de los israelíes que perdieron la vida, por los que están secuestrados, por los heridos o paralizados por el miedo. Creyendo en nuestra teología , oramos por los miembros de Hamás, aunque sus actos sean malvados y reprensibles. Oramos por los 2,1 millones de habitantes de Gaza que se están quedando rápidamente sin agua, alimentos, electricidad y combustible.